Mariana Albornoz no puede olvidar los dolores de cuerpo y los escalofríos que sufrió hace un mes, cuando se contagió de dengue. La docente de 46 años dice que en esos días entendió por qué le llaman a esta patología la “fiebre quebrantahuesos”. Ya pasaron cuatro semanas y todavía no se siente bien. Hay días en los que se levanta con dolores de cabeza y malestar estomacal. Y sigue muy cansada, al punto que no pudo retomar su ritmo habitual de vida.
Albornoz es una de las 40.000 personas que han sido diagnosticadas este año en Tucumán con la infección que transmite el mosquito Aedes aegypti. La epidemia ya es la más importante que hemos sufrido en la provincia.
En ese marco, aparecen muchas dudas con respecto a esta infección. Una de ellas tiene que ver con los efectos que provoca el virus del dengue en el largo plazo, qué estudios son necesarios, qué cosas se pueden hacer y cuáles no después de haber sufrido la enfermedad.
Si bien no es común que haya secuelas por dengue, se han visto este año más pacientes que padecen algún trastorno luego de cursar la patología. Un síntoma común por el que suelen consultar es astenia, fatiga o cansancio, explica el doctor Sebastián Vega, que trabaja en el equipo de Coordinación del Hospital Virtual del Ministerio de Salud. Los pacientes pueden manifestar debilidad o que se cansan muy rápido cuando intentan hacer actividades que antes de contagiarse hacían con normalidad, remarca. Esta situación dura entre dos y cuatro semanas.
Vega aclara que no hay un dengue prolongado. “El virus está sólo por unos días en el cuerpo. Luego, las complicaciones que pueden aparecer están relacionadas a la respuesta exagerada que hace el organismo en su mecanismo de defensa. Y eso depende de cada paciente”, especifica.
Estudios posteriores
La indicación de estudios posteriores depende del estado clínico de cada paciente que se enfermó, resalta el médico. Se recomienda hacer análisis en adultos mayores, personas con diabetes o con obesidad, y también en quienes desarrollan una infección concurrente o tuvieron dengue grave.
Otro punto a tener en cuenta: si a la persona que estuvo enferma le bajaron mucho las plaquetas, tuvo un descenso de glóbulos blancos y alteración de enzimas hepáticas mientras cursaba el mal, lo ideal es repetir a las dos semanas del alta todos los análisis para chequear que se hayan normalizado esos valores.
Mientras dura la patología, generalmente de siete a 10 días, en la persona se produce una inmunodepresión transitoria que puede asociarse a otra infección, explica Vega. “Las infecciones asociadas que más hemos visto son: respiratoria, urinaria o en la piel. Por eso, hay que estar muy atentos si después de la enfermedad reaparece la fiebre e investigar de qué se puede tratar”, aclara.
Luego da algunas precisiones: generalmente, de cada 100 pacientes, hay 90 que se curan sin complicaciones y otros que pueden tener síntomas de alarma. El 1% puede desarrollar cuadros de gravedad.
“Hay que estudiar bien cada caso A algunos pacientes se les puede solicitar estudios de laboratorio para ver si tienen compromiso hepático. Este es un daño que también puede ser causado por uso excesivo de paracetamol. El trastorno suele ser transitorio y el hígado se recupera”, señala.
Igualmente, el profesional explica que siempre se les recomienda a los pacientes que tuvieron dengue un cuidado especial con la alimentación: que eviten las comidas con grasa, frituras y fiambres.
Al respecto, la nutricionista del hospital modular de Lomas de Tafí, licenciada Felicitas Rodríguez Vieyra, remarca que el virus no solo ataca la parte hepática, sino que además suele presentarse asociado a diarrea, por lo cual se recomienda una dieta astringente y baja en grasa.
“Aconsejamos el consumo de lácteos y quesos descremados, de carnes magras y sobre todo blancas -como el pollo y el pescado- de cereales como arroz, fideos blancos, polenta. Dentro de las verduras, tenemos algunas como la zanahoria, que es astringente, a la que se puede agregar calabaza, zapallo, berenjena; todo siempre cocido, sin semillas y sin cáscaras. Con las frutas se aconseja lo mismo; no se deben consumir crudas, sino cocidas en compota o al horno”, señala.
Según la experta, si durante la enfermedad se presentan hemorragias y anemia, posteriormente se debe mantener una alimentación que pueda cubrir los déficits de hierro y proteínas para aumentar las plaquetas.
“Después de que ya pasó toda la sintomatología gastrointestinal -diarrea, náuseas, vómitos- se puede habilitar el consumo de alimentos que no estaban aptos antes, como legumbres y carnes rojas. La idea por sobre todo es reforzar el sistema inmune con la incorporación de vitaminas C, B12 y D, para que ante una próxima enfermedad viral ya el paciente se encuentre fortalecido”, aconseja.
Actividad física
Una de las dudas más frecuentes de quienes sufrieron dengue es cuándo pueden retomar la actividad física. Vega recomienda esperar entre 10 y 15 días. En algunos casos, según dijo, puede aparecer una inflamación muscular, que es transitoria. “También se aconseja volver al ejercicio en forma progresiva y no de golpe, porque esto puede ser contraproducente”, explica.
El doctor Roque González, referente de la División de Medicina del Deporte de la Provincia, indica: “si permanecen algunos síntomas siempre es conveniente hacer la consulta clínica. Si bien las complicaciones son muy poco frecuentes, hay que estar alertas. Cuando el paciente nota que después de un tiempo, cada vez que quiere hacer cualquier clase de movimiento, le falta el aire, tiene palpitaciones en el corazón o le duele el pecho, debe acudir a un profesional médico para que determine la necesidad de desarrollar algún control específico”.
Otras molestias que pueden aparecer en el postdengue afectan a los ojos o el oído. En ambos casos hay que consultar especialistas. Hay pacientes que refieren mareos, según detalla el otorrinolaringólogo Gustavo Cassera: “he visto casos de mareos; se trataba de personas recientemente convalecientes. Lo atribuimos más al estado posviral de desgaste y agotamiento. Además, la mayoría cursaba el cuadro con alteraciones (registradas en aumento) de las transaminasas hepáticas, lo cual no se logra determinar fehacientemente si es por la virulencia del dengue o el abuso de la medicación con paracetamol”.
“En la gran mayoría de los pacientes se recuperaron espontáneamente, mientras que otros debieron ser asistidos y controlados por gastroenterólogos. En el caso de las afecciones otorrinolaringológicas, lo que sí pude ver fueron complicaciones con enfermedades respiratorias, varias cursando simultáneamente con el dengue, ya que este último produce una inmunodepresión, con marcada leucopenia (baja de glóbulos blancos) que predispone a la infección con gérmenes oportunistas. Por eso, es bueno hacer un control con el médico de cabecera o de confianza, sobre todo si no hay una correcta y rápida recuperación. Además, hay que determinar si es la primera o la segunda infección; revisar las inmunoglobulinas de Dengue (IgG e IgM), la función hepática y renal y la coagulación”, recomienda el profesional.